Robert se asemejaba más bien a un monje que a un rey: cantaba al atril, componía himnos, pasaba largas pro'ximas horas y rogar.

La reina Constancia, que gustaba el lujo, le acusaba con dureza no vivir regiamente, y Robert, por eso escaso que bien, se encontraba sin cesar compartido entre su piedad y su ternura para su mujer; se ocultaba, se dice, para hacer la limosna.

Los pobres que conocían la gran caridad del rey Robert, abusaban a veces.

Un día festivo, a Troqueles, Robert había hecho entrar a algunos pobres en la sala donde cenaba, y les daba a comer por tierra como a perros que estropea su amo.

Cuando salieron, se se dio cuenta que habían robado las franjas de oro del abrigo real.

La reina era fuerte en cólera y lamentaba las bonitas franjas, pero los reyes se limitaron a decir sonréiendo: "Tenían seguramente más necesidad que yo." "Los cronistas cuentan del buen rey Robert varias anécdotas de la misma clase."

1.o philippe, negando a su mujer Berthe para casar a Bertrade, mujer del conde de Anjou, excommunié por el papa Urbano II, luego por el concilio de Clermont: inmediatamente todos los buenos cristianos se alejaron él, sus criados incluso no se atrevían ya a no acercarlo.

Philippe, para obtener su perdón, prometió devolver a Bertrade y hacer penitencia, pero tuvo mal su palabra.

El año que precedió la batalla de Hastings, Harold fue lanzado por una tormenta sobre la costa de Francia, y so'lo obtuvo Barbilla su libertad jurándole con solemnidad delante de una muchedumbre de señores normandos reconocerlo para rey de Inglaterra a la muerte de Édouard el Confesor: creía que su promesa estaba sin consecuencia, p que no había extendido la mano que sobre pequeñas reliquias, pero Barbilla había disimulado bajo una alfombra una gran cuba llena de osamentas de Santos; cuando la alfombra se aumentó, Harold se dio cuenta de la trampa donde había caído y se descolora de aterroriza: su juramento se consagraba más que había creído.

Harold que falta a su juramento, Barbilla lo hizo excommunier solemnemente, e invade Inglaterra en nombre del Papa, que le había enviado una bandera santa y un cabello de San Pedro; un gran número de sacerdotes y de religioso seguían a su ejército, y cantaban de las letanías.

¡El día de la batalla de Hastings, ligó a su armadura el más venerada de las reliquias por las cuales Harold había jurado, y los Normandos, exaltados por este espectáculo, se lanzaron a continuación a los gritos de "Notre Dame!" ¡Dios ayuda! ¡Dios ayuda! "Se exterminó a los Anglosajones, y el desafortunado Harold estuvo entre las muertes (octubre 1066)."