Las Grandes Compañías eran bandas de aventureros, a su vez soldados y tunantes, que se recrutaban para hacer fortuna, y que recurrían al saqueo en cuanto no encontraran más enemigos a combatir.

En 1366, Carlos V, que no necesitaba sus servicios, los decidió con destreza a tomar el camino de España, y del Guesclin, que sabía hablarles, consigue allí que los conduzca: se forzó solamente a hacerles algunas concesiones, y fue sobre sus instancias que el Papa, para salvar Aviñón de su visita, les hizo dar por su legado un presente de ciento mil de francos y la absolución de sus innumerables pecados.

Los Ingleses no eran más felices sobre mar que sobre tierra.

Una numerosa flota, llevando 10.000 soldados y uno formidables artillerías, vino a poner la sede delante Saint-Malo, pero los Bretones, firmemente resueltos que deben que haberse convertido en Ingleses, resistieron a todos los asaltos, y redujo al duque de Lancaster, después de haber hecho rabia de todos sus cañones contra la ciudad, a retirarse (1378).

Durante este tiempo la flota francesa y la flota castellana devastaban las costas de Inglaterra, había varias ciudades.

Esto estuvo bajo el reino de Carlos V que marineros de Dieppe, al buscar un paso hacia India, descubrieron el golfo y las costas de Guinea; informaron de una cantidad enorme de defensas de elefantes, que los indígenas ellos vendían a barato precio, y por ello la escultura en marfil se volvió una industria particular de la ciudad de Dieppe.

El primer establecimiento quien fundaron (1334) recibió el nombre de Petit-Dieppe, y guardaron mucho tiempo el monopolio del comercio con los países de África.

Los cronistas fueron los primeros escritores en prosa que abandonaron al latín para el francés.

Cuatro nombres dominan todos los otros, Villehardouin, Joinville, Froissart y Commynes.

Villehardouin, al principio del decimotercer siglo, escrito la historia de la conquista de Constantinopla; Joinville, un siglo más tarde, dice el reino de San Luis, del cual fue el criado sacrificado; Froissart, que vivió en la segunda mitad del decimocuarto siglo, dejó un maravilloso relato de la guerra de Ciento años, hasta el año 1400: es una brillantez narrador que gusta a describir los bonitos hechos de armas, las masacres, las crueldades, los torneos y las fiestas.

Commynes, nacido en medio del quinceavo siglo, nos da a conocer a Luis XI y a Charles el Temerario; es un verdadero historiador, que busca las causas del acontecimiento y sus consecuencias, estudian a las instituciones y penetran los secretos de la política.