Gaston de Foix, joven general de veintitrés años, volvió un momento la victoria a Francia.

Tenía tanta prudencia que los viejos generales, y asombraba el más valientes por su valor.

Después de haber expulsado Suiza del Milanés, retirado Bolonia a los Españoles y Brescia a los Venecianos, ataca a Ravenne a los Españoles y al ejército del Papa.

Gracias a un terrible cañoneo y a a cargos furiosos, se ganaba la batalla y el enemigo huía, cuando Gaston, percibiendo a dos compañías españolas que se retiraban orgullosamente al pequeño paso, se lanzó sobre ellas al galope con algunos hombres; pronto rodeado y désarçonné, se negó a volverse, y, nuevo Roland, se defendió mucho tiempo a golpes de espada, pero al quinceavo herida, no se sustituyó cayó (abril 1512).

Gaston de Foix, y la fortuna de Francia sucumbió con él.

Bajo Luis XII la marina francesa, hasta -alli' sin importancia, comienza a competir de gloria con el ejército, y los dos nombres de Prégent y de Primoguet merecen grabarse en touts las memorias.

Sitiado por la flota inglesa (25 de abril 1513), Prégent de Bidoux, que so'lo tenía cuatro pequeños galères, se retiró en la manija del Conquet, para no rodearse, y esperó el ataque del enemigo en un estrecho paso donde el número se volvía inútil; el primer buque que se presentó fue el del almirante Howard; Prégent deja acercarse, se lanza él al abordaje, se toma cuerpo a cuerpo con el almirante y lo extiende muerte a sus pies.

Un segundo buque inglés, que se avanza a la ayuda del primero, se choca con las rocas y pasa.

La flota se aleja de las costas de Francia, y Prégent, a su vez, va a devastar las costas de Inglaterra.

Algunos meses después, con el fin de Ouessant, del almirante bretón Hervé de Primoguet atacaron con veinte buques una flota inglesa cuatro veces más numerosa: del primer choque pasó tres buques ingleses, pero es rodeado pronto por fuerzas superiores, y su nave el Belle-Cordelière es tamizado de bolas, démâté, y sido apretado de cerca por el Regente, nave del almirante inglés.

Primoguet se niega a volverse, y en una sublime desesperación, empuja al Belle-Cordelière contra el Regente, se cuelga ella por ganchos, y hace saltar los dos buques: las otras naves transfieren un gran atisbo, y oyeron un ruido formidable, luego so'lo percibieron los mares que acababan de absorber a dos mil de hombres; los Ingleses se retiraron terrificados, y diecinueve naves francesas volvieron a entrar a Brest.