Enrique IV toma de asalto todos los suburbios de París, y reduce la ciudad al más horrible hambre, pero los Parisienses, fanatizados por los monjes, rechazan todo compromiso y se defienden con heroísmo.
Al cabo de cuatro meses, un ejército español, encargado por Alexandre de Parma, viene a su ayuda y fuerza a Enrique IV a aumentar la sede (debilitado septiembre 1590).
Enrique IV, no puede, el año siguiente, sino tomar Cartas y reclutar soldados.
En 1592, falla delante de Ruán como falló delante de París, y, a pesar de prodigios de valor, no puede triunfar de los Españoles ni a Aumale ni a Yvetot (1592).