Los Ingleses, que querían retirar Egipto a Francia sin aventurar sus propios soldados, fueron a buscar a Rodas a un ejército turco de 18.000 hombres y lo descargaron en la península de Aboukir, pero Bonaparte llevó a cabo inmediatamente de El Cairo con 6000 hombres y rechazó a los Turcos al mar: se destruyó a su enteramente ejército: se mató a 3000 hombres, y 12.000 se ahogaron (julio 1799).

La victoria de Zurich, adquirido por Masséna, merecería ser más popular, ya que salvó Francia.

El ejército ruso de Souvarow, sorpresa en las montañas, cortado en varias secciones, empujado en los glaciares y en los precipicios, perdió 30.000 hombres, su artillería y sus equipajes (septiembre 1799).

Rusia renunció seguir la lucha, y Francia pudo volver a todas sus fuerzas contra Austria.

Francia comenzaba a cansarse de la República.

Bonaparte, confiando en su gloria, solucionó de apoderarse del poder con ayuda del ejército.

El 18 brumaire del año VIII (9 de noviembre 1799), se aseguró de la dedicación de los generales, e hizo transportar las dos asambleas a Saint-Cloud, para retirarles el apoyo de París.

El 19 brumaire acabó de reconciliarse la asamblea del Antiguos, luego se volvió a la del Cinco-Ciento; acogido por gritos "A baja insultado el dictador", rodeado, amenazado, salió de la sala, arengó a los soldados, y exagerando el peligro que había corrido, no tuvo dolor que encender su entusiasmo: un batallón de granaderos invade la sala al sonido del tambor, la bayoneta al cabo del fusil, y los diputados se huyeron.

Francia, codiciosa de orden, acogió con alegría el golpe de Estado de del brumaire.

Los monárquicos se persuadieron de que Bonaparte iba a restablecer la monarquía absoluta y el antiguo régimen; la masa del pueblo, desilusionada de su primer entusiasmo, le estuvo agradecida si traiga la paz pública. "Que no hay ya, decía con destreza, ni jacobins, ni moderados, ni monárquicos;" que no hay ya ahora que Franceses. "Toda la parte peleona de la nación se alegraba de ir bajo los órdenes de un general invencible;" sus soldados eran orgullosos de su fortuna; finalmente los burgueses pacíficos y los comerciantes lo bendecían de volver en París su seguridad, su movimiento y su lujo.

Francia era cómplice de Bonaparte.